El curioso caso de Benjamin Button

Posted on miércoles, 18 de febrero de 2009 by Ark

Desconfíe de las películas con una decena de nominaciones a los Oscars y/o escritas por Eric Roth. Y véalas solo en caso de que se lo pida Natalie Portman, de rodillas y entre sollozos, o si estas están dirigidas por David Fincher. No les voy a contar cual ha sido mi caso, pero pueden imaginarlo.

El curioso caso de Benjamin Button es uno de esos filmes cuyo tufillo a épica hollywoodiense apesta desde lejos. Las trece nominaciones no ayudan a disipar el pestuzo, el firmante del guión indica lo peor, y tampoco ayudan las comparaciones que algunos están haciendo con Forrest Gump o Big Fish, que pueden hacer creer al despistado que estamos ante otro filme de aventuras y vivencias extraordinarias tan del gusto de los académicos.

Pero para bien o para mal siempre hay gente que no se entera de nada. Benjamin Button, el personaje, es un ser en circunstancias extraordinarias, pero no un ser que haga cosas extraordinarias. Así que deshagámonos de lastres y prejuicios y centrémonos en lo que de verdad interesa a David Fincher, que no es otra cosa que el paso del tiempo, lo irrepetible de algunos momentos y el olvido al que está condenado todo esto.

Button no es un personaje destinado a trascender, no es especialmente inteligente ni estúpido, ni especialmente valiente o cobarde (sorprende, pues, la nominación de Pitt dados los gustos de la academia), son solo sus extraordinarias circunstancias las que le hacen especial, las que le convierten en un observador privilegiado del paso del tiempo. Un observador que relata sus vivencias a lo largo y ancho del mundo a través de postales que no son otra cosa que instantáneas de esos momentos únicos e irrepetibles que comentabamos antes y que le sirven a Fincher como coartada perfecta para desplegar una fotografía bellísima y preciosista, con planos perfectos como las postales de Button en los que parece que de un momento a otro vamos a escuchar un click.

Puede que el guión a veces no ayude, con todos esos personajes soltando obviedades como si fuesen reflexiones filosóficas, pero el director sabe sobreponerse a la torpeza de su guionista narrando a través de las imagenes, reflejando como el mundo en el que vive Button se marchita poco a poco, así como aquellos que viven en él, y como lo nuevo va sustituyendo a lo caduco. Hay algunas metaforas bastante obvias (véase el famoso reloj de la estación del tren), pero nada queda al azar y son muchas las sutilezas que podrá advertir el espectador mas atento. No me olvido de las relaciones amorosas del protagonista, pero tampoco es plan destripar el film y todo lo comentado es aplicable a estas. Y ojo a la presencia del agua, elemento presente casi siempre en la vida del personaje y quizás uno de los pocos imperturbables al paso del tiempo.

Es una lástima que algunos detalles especialmente moñas empañen el resultado final, como esa secuencia "Ameliesca" en París sobre las casualidades, que además de ridícula está absolutamente fuera de lugar, y que alejan a la película de situarse entre las obras cumbres del director. Pero el genio de este se refleja en un film que, además de bellísimo, logra emocionar sin recurrir a escenas o momentos pensados para lograr el llanto del espectador. Y no estoy diciendo que este no vaya a sentirse devastado en algún momento, es solo que en una película donde la muerte está presente desde el principio y es algo que se acepta como natural e inevitable no hay lugar para trucos fáciles. Lo último de Fincher deja huella, pero no por el camino que algunos nos temiamos.

El fuego purificador de las discográficas (y otras cosas)

Posted on viernes, 6 de febrero de 2009 by Ark

Solo a un asno como a quién esto escribe se le ocurre crear un blog justo cuando se le avecinan semanas con menos tiempo libre de lo habitual. Así que no se me hagan ilusiones que aún no me he cansado del blog y simplemente ando algo liado.

Vamos con una pequeña observación sobre el no muy noble arte de la búsqueda de enlaces de descarga. En los últimos años nos hemos acostumbrado a bajar cantidades ingentes de música vía p2p, torrent o descarga directa, pero un problema ha estado presente siempre: la calidad de los archivos descargados. Me refiero a que dada la celeridad con la que se filtran los discos en la red acostumbramos a bajar avances de estos cuya calidad deja mucho que desear por diversos motivos: mp3's cortados, calidad de sonido mediocre, tracklists incorrectos o, como ha ocurrido con el último (y excelso) album de M. Ward, porque una voz nos recuerda a mitad de disco su fecha de publicación y otros datos que nos obligan a desestimar de nuestro disco duro semejante coitus-interruptus. Y hacen bien, porque este es de esos discos que habría que comprar. Pero al grano.

El caso es que, hasta no hace mucho tiempo, encontrar una versión buena podía convertirse en toda una tortura y en una sucesión de intentos fallidos. En los p2p las versiones mas populares y abundantes eran las primeras filtradas, las defectuosas. Y otro tanto de lo mismo ocurría con los enlaces de descarga: los primeros eran los mas fáciles de encontrar vía Google o cualquier otro buscador. Pero mira por donde que en el último año las discográficas han iniciado y ejercido un papel inquisidor en la red obligando a servicios como Rapidshare o Megaupload a borrar de forma fulminante este tipo de enlaces, por lo que esto ha supuesto que estos perduren apenas unas horas. Esto no ha significado, claro, que este tipo de enlaces hayan desaparecido, sino que, en realidad, lo que ha provocado es un efecto limpiador. Con el disco ya en la calle, los internautas siguen subiendo versiones a la red, solo que ahora ya ripeadas a buena calidad y sin tara alguna, mientras que las discográficas han facilitado la localización de estos enlaces cargándose los anteriores.

Dicho mas claro: si no se hubiesen borrado los primeros enlaces del Hold Time de M. Ward muchos seguirían bajándose aquel insatisfactorio avance, pero gracias a su labor ahora los internautas pueden tener la seguridad de que cuando encuentren uno que funcione, lo mas seguro es que sea el bueno. Una ironía mas a sumar a la ya larga lista que acumula la industria discográfica.



Otras cosas: Aunque ya lo han enlazado en algo así como 87923 sitios de la red no me resisto a comentar lo mucho que me han gustado estas reinterpretaciones de portadas de videojuegos como si estas fuesen de viejos libros de bolsillo. En unas ocasiones por una simple cuestión de estética, en otras por la acertadísima reinterpretación esquemática y minimalista del juego, y en la mayoría de las ocasiones por las dos cosas. Tienen mas aquí y aquí.

Y no me puedo despedir sin hacer notar la aparición de El Mundo Today, un noticiero satírico a lo The Onion que promete ofrecer, desde la ironía, una visión quizás mas ajustada de la realidad en la que vivimos. Y si no, díganselo a los de Menéame, donde algunos se han tragado lo de la tostadora que imprimía la cara de Luis Cobos en las tostadas...